ESTO ES DESPUÉS DE MEDIANOCHE
Encogido estaba, y muerto de frío también, aunque su frío no provenía de las paredes de piedra que lo rodeaban y en las que se apoyaba. La habitación estaba caldeada, no había duda alguna. Su frío provenía más bien de su corazón, se había quedado helado al comprender.
A lo lejos se oía un martilleo y un murmullo, una madeja de expresiones que no conseguía desenrollar y que al mismo tiempo le decían muchas cosas que no quería aceptar, pero que tenía que tragar.
Intentó buscar alguna razón que le sacase triunfalmente de allí, que le diese fuerzas ante todo ello. Y no la encontraba. Tiritaba su alma de miedo y de frío, un frío que lo agarraba como una terrible y descomunal mano, que parecía que no lo iba a soltar nunca y que jamás le dejaría hacer nada.
Toda su vida se había creído superior, por azar, si, pero superior a todo el mundo. "Probablemente por genética", se decía, "la naturaleza me ha hecho más inteligente que la media, y lo voy a aprovechar, ¿qué hay de malo en ello?". "En esta vida cada uno debe buscar su hueco y pensarse la estrategia para que no te lo ocupen, o tengas que compartirlo", esa era una de sus máximas.
Claro que había insatisfacciones, que le carcomían. Mujeres que jamás podría poseer y que eran uno de sus más especiales deseos en la vida, cotas de poder que razonablemente a lo largo de su existencia no iba a poder alcanzar. Pero él no iba a dejar jamás que alguien se diese cuenta de todo aquello. Él era el más listo, el mejor. Y si él sabía en algunos momentos que no lo era, no importaba, ya aparentaría más que suficiente, porque él también se sabía muy bueno en eso.
Se reía, se reía impunemente de todos, de su familia, de sus compañeros de trabajo y especialmente de sus amigos, de sus ideas y creencias. Creía que podía hacerlo, cuando le daba la gana, que era generalmente, porque ya buscaría el argumento apropiado para salirse con la suya, que siempre encontraba. Y porque además le gustaba, le divertía. Nunca había tenido que pedir disculpas. ¿Disculpas?, eso para él no existía, sólo existía él. Sólo valía hasta cuanto él podía conseguir del mundo y de los demás, y basta.
La pesada puerta de madera se abrió, él alzó la cabeza muy lentamente, aterido de frío y de un pavor que lo paralizaba. Y vio recortada entre unas sombras y un resplandor danzante la figura de un diablo. Éste tiró del extremo de la dura cadena que atrapaba su cuello y lo arrastró por la celda hasta el umbral. Se sintió alzado desde la cabeza por la garra monstruosa de su carcelero, mientras este pronunciaba entre risas unas palabras en un lenguaje punzante y desconocido. Y entonces aquel ser le hizo contemplar una parte de lo que le esperaba.
Todo aquello era VERDAD y él iba a pagar, nunca mejor dicho en su material vocabulario, una buena eternidad.
Y por mi parte queda despedirme, recordaros que podéis escribirme a despuesdemedianocheblog@gmail.com para hacerme llegar vuestras opiniones constructivas sobre el blog, opiniones e impresiones sobre temas mistéricos, o para cualquier otra cosa que se os ocurra para conmigo o con este espacio (también en comentarios a esta entrada). Anunciaros además que podéis hacerlo también en las redes sociales vía Twitter en d_medianoche y Facebook en el perfil JAVIER DESPUÉS DE MEDIANOCHE. Os deseo unas buenas noches, sed buenos.
Hasta la próxima amigos y amigas.
Javier.
No hay comentarios:
Publicar un comentario